4 de marzo 2023 / Fuente: Cubadebate
Por: Thalía Fuentes Puebla, Juan Emilio Calvo Ochoa
Publicado en: Podcast
Alain Pérez por sí solo es una academia musical. En el escenario se maneja con total soltura y acapara toda la atención del público. Su maestría como ejecutante y la inquietud por experimentar con nuevos géneros y formas de hacer, son los motivos por los que probablemente muchos artistas y musicólogos lo consideran como el instrumentista más completo que tiene hoy la mayor de las Antillas.
“Los músicos cubanos somos ritmo”, afirma en una clase magistral en el marco de la XX edición de la Fiesta del Tambor Guillermo Barreto In Memorian, que hasta este 5 de marzo acoge la capital cubana como una reverencia a la percusión y a la rumba. Al tiempo, refiere que la historia de este país está repleta de músicos que dejaron un legado del cual hay que beber y nutrirse.
Se dirige al auditorio y les dice a los estudiantes de la enseñanza artística presentes en la sala, que más allá de tocar y demostrar lo que saben, lo más importante es sentir la música.
“La percusión no es un toque ni un sonido, sino una polirritmia y un patrón que se repite en una melodía, que en dependencia del instrumento tiene un sonido u otro”, explica.
Luego coloca las manos en el tambor y empieza una magistral ejecución de poco menos de un minuto.
Alain Pérez ha trabajado con agrupaciones y músicos de la talla de Irakere, Los Van Van, Isaac Delgado y su grupo, Paquito de Rivera, Javier Masó “Caramelo”, El Cigala, Winston Marsalis, Gonzalo Rubalcaba, Enrique Morente, Paco de Lucía, Niño Jósele, y otra larga lista de figuras de renombre en el panorama sonoro de Cuba y el mundo.
De todos estos artistas ha bebido hasta crear su propio sello y defenderlo en infinidades de escenarios por todo el orbe, aunque, en la mayoría de las entrevistas asegura que su público más querido es el cubano.
Si bien su carrera profesional inició desde antes con el pie derecho, su gran salto fue en 1996 cuando recibe la invitación de Isaac Delgado para actuar con su agrupación y terminó convirtiéndose en el director musical.
En 1998 llegó a España y decidió quedarse una temporada cuando le propusieron grabar su primer disco en solitario y terminó fijando su residencia en ese país. Aunque estaba lejos, en todos sus proyectos incluía de alguna manera a los ritmos cubanos y la clave de la rumba.
Cultivador y defensor de la salsa, la timba y el latin-jazz, cuenta con una amplia discografía y decenas de premios, incluido un Latin Grammy en la categoría de Mejor Álbum Tropical Tradicional por “Cha Cha Chá: Homenaje a lo tradicional” bajo el sello de la Empresa de Grabaciones y Ediciones Musicales, Egrem, junto a El Cerrito Récords, de California. En su manera de hacer ha fusionado el bolero con el son, la guaracha, el chachachá, el mambo, el funk, el rock, el soul, el jazz y el flamenco.
Ejemplo de ello es “El cuento de la buena pipa”, fonograma acuñado por la Egrem que propone en sus 12 temas un recorrido por diferentes vertientes de la música popular cubana. Antes repitió la fórmula en “ADN”, fonograma que le abrió las puertas nuevamente en Cuba.
Adalberto Álvarez en las notas discográficas de “El cuento de la buena pipa”, calificó el álbum como “viaje musical imaginario”, al mostrar una sonoridad contemporánea y sólidos arreglos. Según dijo el propio Alain Pérez en la conferencia del lanzamiento, el disco ocupó desde su concepción un lugar importante en su trabajo porque marcó un momento de madurez en la agrupación. Es un álbum muy cubano, en el que conjugó lo aprendido en su paso por orquestas cubanas como Irakere, y el grupo del astro español Paco de Lucía.
Para Alain Pérez la percusión es parte de las tradiciones cubanas, del acervo cultural, del folclor, de la música. No es casual que esa tímbrica sea un referente en todas las latitudes, sino que ese reconocimiento se ha ganado gracias al trabajo de geniales instrumentistas como Guillermo Barreto, José Luis Quintana ‘Changuito’, Tata Güines, Enrique Plá o Chano Pozo.
“En Cuba han nacido muchos géneros y diferentes estilos, los cuales, con la influencia africana, han penetrado en la música latina, en el pop latino, en la salsa; todos esos ritmos nacen de la mano de la percusión cubana”.
Si le preguntas al artista cuáles son sus características como instrumentista que lo diferencian de otros músicos, con la sencillez que lo caracteriza añade:
“Creo que la música es una de las cosas más grandes que existen. Con ella constantemente me encuentro, vuelvo a nacer, a inspirarme, a motivarme, todo eso por su grandeza. De ahí surge el deseo y la necesidad de tocar otros instrumentos y estilos. Mi versatilidad parte de mi amor por la música y por abarcar y llenar mi ser”.
Alain Pérez es una orquesta: cantante, guitarrista, bajista, percusionista, pianista, compositor, productor y arreglista. De todas, prefiere la voz, y el público agradece cuando canta y pone a bailar a todo el que lo escuche al ritmo de “Shorcito”, “El tic tac de La Habana” o “Pa’ eso estamos”.
“La música es mi identidad”, responde a la siguiente interrogante, y es que si algo tiene claro el creador es que su profesión se ha convertido en un modo de vida. “Es como el ADN, mi sangre, mi forma de sentir y ser”.
Alain lleva, junto a su trenza y el bastón, la cubanía como sello. “Las sonoridades de este país se conocen en el mundo entero, son una de las más importantes. Es un lenguaje. No hemos tenido suerte en otras cosas, pero para dicha de todos los cubanos, nacimos con música”.